-
No Kid's Land
Kyla
7 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Jirom
9 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Glaysa
8 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Clem Emmanuel
7 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Ivy
5 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Nova Joy
11 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Dj
9 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Jonalyn
8 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
Andrea
10 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
-
No Kid's Land
John Paul
8 años
San Miguel, Leyte
Filipinas, 2012
100 x 100 cm
Edición de 5
No Kid´s Land
InfoLos Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes. (Artículo 31.1, Convención Internacional sobre los Derechos del Niño (CDN) de las Naciones Unidas).
Comer, dormir y jugar son tres necesidades básicas para todos los niños. Las dos primeras resultan obvias; la tercera, en cambio no siempre se comprende y en algunos casos se menosprecia.
El trabajo infantil ha existido siempre a lo largo de la historia, sobre todo como apoyo a la familia en las labores domésticas o agropecuarias. El juego se convierte en una actividad efímera y casi clandestina porque otras responsabilidades forman parte de la vida cotidiana: cuidar a los hermanos más pequeños, ir a buscar los elementos básicos para el hogar (agua o leña para el fuego para cocinar y calentarse), lavar la ropa, cocinar, alimentar a los animales… Van a la escuela si está cerca pero sólo de pasada ya que lo más importante es trabajar en apoyo a sus familias.
Cuando un niño juega mientras trabaja juega como “adulto” y no puede jugar como “niño”.
Así, de modo invisible para la sociedad, una parte de su condición humana se resigna a no jugar.